Durante mi devocional, muchos temas saltaron a mis ojos que pensé compartir en el día de hoy. Pero uno en especial me sorprendi ó más de lo que esperaba y ese precisamente no puedo evitar plasmarlo en esta entrada.
Mi lectura de los Habitos de Jesús comenzó hoy como un día cualquiera. En esta ocasión, El hábito de tener fe, inició casi igual que los otros capitulos. Unos cuantos versículos, algunas palabras de aliento, cierto análisis con ligero toque de superación personal (luego al final del libro daré mi veredicto final del mismo)... en fin, lo mismo. Pero fue una historia en particular dentro del libro lo que me abrió los
Antes de la historia fue presentado el versículo de Getsemaní donde Jesús pide a Dios pasar la copa sin beber de ella, pero pone en la voluntad del Señor el resultado final. Este texto es tomado para ejemplificar que Jesus depositó su fe en el Señor y su voluntad exponiendo su deseo de pasar la copa pero finalmente haciendo la voluntad del Padre y confiando en El. En ese momento yo pienso dentro de mi... "bueno, todos mis planes, todos mis deseos y todo lo que por mi mente pasa terminan con el sufijo obligatorio de cada cristiano "Si Dios quiere"... asi que en esto voy bien!" Y realmente cada cosa que hago o quiero hacer, la dejo en manos de Dios sabiendo que su voluntad es agradable, buena y perfecta y que en ella es que quiero estar. Pero en casi todos los casos no hay riesgo envuelto... o el riesgo es mínimo y no tan percibido. Claramente una fe sin riesgos es innecesaria!
Por el momento, en mi mente yo había pasado la prueba si tener fe es dejar el resultado final a la voluntad de Dios.
Mas abajo entonces inicié la lectura de esta historia:
Había un acróbata que podía caminar sobre una cuerda y hacer peripecias increíbles. Hacía actos de equilibrio por todas las ciudades de París, desafiando las alturas. Con el tiempo fue agregando nuevos elementos: se vendaba los ojos y, más adelante, caminaba por la cuerda llevando una carretilla.
Un promotor estadounidense leyó acerca de esas hazañas en el periódico y escribió una carta al acróbata diciéndole: "No creo que usted pueda hacer todo lo que se dice acerca de sus demostraciones de acrobacia, pero deseo hacerle una oferta. Le ofrezco una sustanciosa suma de dinero, ademas de todos sus gastos de viaje, y lo desafío para que haga su acto sobre las Cataratas del Niágara". El acróbata le respondió por escrito: "Señor, aunque nunca he visto los Estados Unidos de America ni las cataratas, me gustaría ir".
Despues de mucha promoción y preparación, una multitud asistió para ver el evento. El acróbata partió del lado de Canadá y cruzó hacia Estados Unidos caminando a través de la cuerda. Los tambores sonaban mientras el acrobata avanzaba sobre la cuerda con los ojos vendados! Parecía hacerlo muy fácilmente y con mucha confianza.
La multitud se emocionó y aplaudió desenfrenadamente. El acróbata se acercó al promotor y le dijo:
—Bien, ¿Ahora cree que puedo hacerlo?
—Por supuesto que sí, lo creo.
—Piénselo bien —dijo el acróbata—. ¿De veras cree que puedo hacerlo?
—Claro que sí, usted lo acaba de hacer!
—No, no, no —insistió el acróbata—. Piénselo una vez más. ¿Realmente cree que puedo hacerlo?
—Seguro que sí —dijo el promotor—, creo que usted puede hacerlo.
—Si es así —dijo el acróbata—, entonces súbase a la carretilla".
Al leer esta historia no tuve mas remedio que poner a Dios en el lugar del acróbata y a mi en el lugar del promotor, diciéndole a Dios que gracias pero no! Tuve que ser sincero conmigo... la realidad es que nunca he tenido la oportunidad de tener fe en Dios en circunstancias donde el riesgo físico sea muy evidente. Y he tenido en pocas ocasiones la oportunidad de tener fe en Dios en momentos donde el riesgo emocional fue visible. No puedo decir que nunca me he montado en la carretilla de Dios... pero todavía no tengo la fe que se requiere para seguir confiado plenamente sin dudar!... y tu?
Desde hoy, la carretilla de Dios será para mí una figura mental que me llevará a pensar donde esta mi fe una y otra vez. Quiero una fe que me haga montar la carretilla... manejarla y saltar sobre ella si Dios así lo quiere. Desde hoy no veo mi fe igual y doy gracias al Señor porque puso en mi camino esta ilustración que me ha permitido reevaluar mi fe en gran manera.
Hoy meditaré en esto.
Bendiciones en Cristo Jesús,
Eric