No pienso prolongar el misterio del titulo de este post. 211 días han pasado desde la última vez que escribí y hoy me pregunto si ha valido la pena haber descuidado el blog. Que ha sucedido en seis meses? Cuanto he avanzado en mi caminar con Dios? O tal vez el enfoque pudiera ser mas practico y superficial: Soy acaso mejor alumno? Han pasado un break y un semestre completo... brilla mas mi mente?
Las respuestas a estas preguntas lamentablemente son decepcionantes. No veo diferencia alguna en mi inteligencia, no recuerdo que ha impedido que pueda escribir con mas frecuencia y peor aún, no tengo un rostro resplandeciente como prueba de haber estado expuesto a la presencia de Dios.
Claro, tampoco quiero decir que todo ha sido una perdida. Por lo contrario, ha sido mucho, de manera muy intensa y en un tiempo muy breve. Como una esponja que ya no puede aguantar sus lagrimas, todo el material al cual he sido expuesto en este tiempo se me sale por los poros. A la vez, probablemente por tener dedos lentos y una mente distraída, no he podido catalogar esta información de una forma que me permita compartirla con otros de manera organizada y edificante.
De ahí entonces el titulo de este post. Tengo la esperanza de recordar que no debo dejar pasar 211 días otra vez como ya lo he hecho. Aunque escribir todavía me cuesta, tengo gran motivación para hacerlo ahora con mayor frecuencia, el deseo de bendecir a mi iglesia latinoamericana con lo que he sido bendecido aquí en el Southern Baptist Theological Seminary. Es simplemente buena mayordomía mantener mis conocimientos frescos a través de investigación y redacción, ventilándolos en un lugar que pudiera en algún momento servir a otros. Entonces, eso haré.
La idea de este post era entrar de lleno en materia y empezar a hablar sobre Teología de Adoración, plantear preguntas, exponer mis opiniones y citar algunos autores, pero seré conservador y pulsaré el botón de Publicar antes prolongar mas esto.
Here we go.
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